Su Biografía

El avance de la Ciencia contra la rutina obcecada

adaptación del texto original de Luis Alberto Garrido

Hagamos un breve recuento de su vida, teniendo en consideración el tiempo y lugar en que discurrió: Italia de fines del siglo XVI e inicios del XVII, donde el poder político estaba dividido en más de 6 Reinos y Ducados, particularmente en el Ducado de Toscana ya los Médici gobernaban desde Florencia, y la autoridad de la Iglesia era incuestionable ejercida desde Roma en los Estados Pontificios: Ya operaba la Inquisición Romana que en 1600 asesinaría en la hoguera a Giordano Bruno.

Así, Galileo nació en 1564, primogénito de Vincenzo Galilei y Giulia Ammannati, su padre fue un destacado compositor y tañedor de laúd. Aunque no eran ricos, contaban con un pasar cómodo que le permitió una buena educación para la época, ingresando al convento de Santa María de Vallombrosa de Florencia, donde Galileo se planteó la posibilidad de dedicarse a la vida religiosa. Sin embargo, su padre se opuso a ello ya que esperaba que se convirtiera en médico. Hay que considerar que Vincenzo tenía ya 44 años al nacer Galileo, edad avanzada para la época (en 1865 Italia tenía una esperanza de vida al nacer de 29.7 años), y tuvo 5 hijos más que en algún momento iban a requerir soporte económico.

En 1581 su padre envía a Galileo a Pisa a estudiar medicina, sin embargo, se aplica mejor en las matemáticas y la filosofía natural, que hoy llamaríamos física. Finalmente desecha sus estudios de medicina en 1585 y empieza a dar clases de matemáticas, primero en forma privada y luego en cátedra pública. Comienza en esta época a trabajar en demostrar teoremas asociados a los centros de gravedad de los sólidos, así como estudios sobre la oscilación pendular, lo que le dará gran prestigio. Parece que también estudiaría en este tiempo la caída libre de los cuerpos, lo que es puesto en duda en la actualidad.

Al morir su padre en 1591, Galileo debe apoyar económicamente al resto de su familia. Con muy buenas recomendaciones de Guidobaldo del Monte, Galileo toma un puesto de profesor en la Universidad de Padua, dependiente de la República Veneciana, por el triple del sueldo anterior. El 7 de diciembre de 1592 da su clase inaugural y permanecerá 18 años ligado a la Universidad de Padua, los que describirá como los más felices de su vida. Venecia es un centro de pensamiento bastante liberal, incluso en cuestiones morales, lo que es aprovechado y disfrutado por Galileo que inicia en 1599 una relación con Marina Gamba, con la que nunca se casará y con quien tendrá 3 hijos: Virginia, Livia y Vincenzo; las dos mujeres serán internadas en un convento a los 13 y 12 años, respectivamente, debido a la imposibilidad de casarse por su condición de hijas ilegítimas. Virginia pasará a tomar los hábitos y cambiará su nombre a Sor María Celeste, manteniendo contacto epistolar con su padre en forma permanente hasta su muerte por disentería en 1634. La correspondencia de Sor María Celeste a su padre es la base del libro “Galileo's Daughter: A Historical Memoir of Science, Faith, and Love” de Dava Sobel, mostrando ella un profundo amor por su padre, interés y brillante inteligencia en los temas científicos expuestos por Galileo.

Los primeros años del siglo XVII en Padua encuentran a Galileo en la cúspide de su capacidad intelectual, realizando experimentos relacionados con el movimiento uniformemente acelerado, estudió la aparición de una Super Nova en octubre de 1604, lo que estaba en total contradicción con la teoría Aristotélica de inmutabilidad de los cielos; estudió la trayectoria de los proyectiles, demostrando que trazaban parábolas.

El telescopio

En 1609, debido a los rumores de un aparato que permite “acercar” los objetos, invento del holandés Hans Lippershey, Galileo se aboca a la construcción de su propio diseño, aprovechando la cercanía de Murano, y pule sus propios cristales, logrando un primer dispositivo que permite un aumento de 6 veces, sin deformaciones. Su segundo telescopio es presentado al Senado de Venecia y tiene un aumento de 9 veces. Se debe entender que Venecia era una República Marina con permanentes conflictos navales; contar con un dispositivo que permitiera ver una flota enemiga y huir sin posibilidad de ser alcanzada, constituía una ventaja fundamental y estaba dispuesta a pagar muy bien por esa tecnología.

La invención del telescopio y su uso en la exploración de los cielos abre finalmente a Galileo una puerta que ya no podrá ser cerrada: la evidencia de un universo en total contradicción a los postulados vigentes y sostenidos como verdades por la Iglesia Católica. Los astros no son esferas perfectas, existen cráteres y montañas en la Luna, manchas en el Sol, Saturno tiene un sistema de anillos, existen satélites que orbitan Júpiter, los movimientos planetarios no siguen trayectorias circulares, y lo más relevante, el desafío a los principios escolásticos que habían formado un edificio conceptual que se consideraba inamovible y “verdadero”. Era inevitable que estas teorías fueran consideradas heréticas, aunque las evidencias estuvieran ahora a la vista.

Las observaciones de Galileo lo llevaron a asumir como verdadera la teoría Copernicana y pronto se vio inmerso es una polémica con la Inquisición Romana. No me extenderé en los aspectos históricos, pero los ataques contra su pensamiento se inician con la publicación de su libro “Siderius Nuncius” (Mensajero de las Estrellas) en 1610. La teoría heliocéntrica encontró en la curia romana a poderosos enemigos que no estaban dispuestos a ceder en sus posiciones y replantear los textos sagrados como posibles de interpretación, ni la autoridad escolástica que finalmente era un frágil soporte respecto de las sólidas bases que Galileo ya había asentado.

A partir de 1612 Galileo es atacado duramente y la teoría heliocéntrica es finalmente condenada como herética en 1616, aunque a Galileo sólo se le pide que su tesis sea presentada sólo como una hipótesis y no como un hecho cierto. Por 20 años, el prestigio de Galileo se verá incrementado, especialmente a partir de 1622, en que su amigo personal Maffeo Barberini es elegido como el papa Urbano VIII, quien lo anima a escribir una obra donde se presente de manera imparcial las teorías Ptolemaicas y Copernicanas. Será el futuro y polémico “Diálogo sobre los principales sistemas del mundo” (Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo), publicado en 1632 en un formato de discusión entre 3 personas, uno de ellos, Simplicio, un personaje poco ilustrado y simplón, que los enemigos de Galileo identificaron con el mismísimo papa, quien tomó posición contraria a Galileo.

La revisión de los acontecimientos muestra que la acusación contra Galileo tenía un sustento complejo: su libro había pasado la censura previa impuesta por la Iglesia Católica, por lo que no podía ser acusado de herejía sin exponer a los censores, por lo que se le acusó de incumplir la prohibición de 1616. Obligado a presentarse en Roma a finales de 1632, Galileo ya era un hombre de 68 años, edad muy avanzada para la época, y se encontraba bastante enfermo. Fue recibido en Roma y alojado en el Palacio de la Inquisición, acorde a su dignidad.

Aunque las pruebas en su contra eran bastante febles, ya que la prohibición aludida en la acusación (de no enseñar como ciertas las teorías heliocéntricas), no estaba firmada por el Cardenal Roberto Bellarmino ni por Galileo, fue obligado a confesar bajo amenaza de torturas. Galileo acepta confesar y retractarse, lo que hace el 30 de abril, siendo obligado a abjurar y condenado a prisión perpetua. El 22 de junio realiza la célebre abjuración y su condena es conmutada inmediatamente por el papa a arresto domiciliario de por vida. Y respecto a la famosa frase “Eppur si muove” (Y, sin embargo, se mueve), es casi imposible que haya sido dicha por Galileo, al menos en ese momento.

El arresto de Galileo le permitió seguir trabajando en perfeccionar sus antiguos estudios, lo que permitió publicar probablemente su obra más importante: “Discurso y demostración matemática, en torno a dos nuevas ciencias” (Discorsi e dimostrazioni matematiche, intorno à due nuove scienze) en 1638, resumiendo sus investigaciones iniciales acerca de la mecánica y resistencia de los materiales.

Aunque la iglesia católica intentó bajar el perfil del “Asunto Galileo”, quitando toda referencia a su proceso, no fue hasta 1820 que sus “Diálogos” fueron definitivamente retirados del Index de libros prohibidos. Aun así, el método científico se abrió paso y los propios científicos religiosos adhirieron a él.

Hoy, los temores de la iglesia católica aun resienten las consecuencias de los descubrimientos galileanos: Dios como única potencia creadora, como diseñador supremo, expone su creación a un proceso de cambios que la muestran perfectible o incluso inservible, es decir, imperfecta, lo que es contradictorio con un ser todopoderoso. La ciencia ha ido reduciendo esa faceta de la divinidad a un rincón pequeño pero importante: la creación o diseño inteligente. Quizás sea ya tiempo de asumir las consecuencias ontológicas asociadas a una divinidad que ya no actúa sobre su creación (si es que tal cosa existe), y dejar al hombre buscar sus orígenes y sentido a su existencia, sin una revelación que arrastra una carga cada vez más difícil de sobrellevar.

Por otro lado, la vida y obra de Galileo Galilei nos invita a asumir los riesgos y consecuencias de cumplir con nuestro destino. Galileo, un católico devoto, prefirió hacerle frente a un proceso judicial y finalmente abjurar de sus creencias a pesar de la certeza de su razonamiento, sólo porque la autoridad impuso la oscura fuerza de la violencia sobre la prístina verdad. Imposible no pensar en Darwin, otro devoto cristiano cuya teoría evolutiva también contradecía las posturas religiosas y le significó profundas aflicciones de conciencia. Sin duda la experiencia de Galileo 200 años antes le facilitaron el camino.

Debemos también preguntarnos ¿debió Galileo mantener sus creencias y no abjurar (lo que sin duda lo hubiera condenado a la hoguera), convirtiéndose en el mártir que hubiera precipitado una revolución científica, pero privando a la ciencia de sus enseñanzas y conocimientos? ¿no se impuso finalmente la verdad, a lo que el propio Galileo aportó con sus escritos, independientemente de su abjuración? Estoy seguro de que, más allá de su abjuración forzada, Galileo Galilei se mantuvo apegado a sus convicciones y continuó formando personas con las competencias para leer ese libro abierto que es la Naturaleza.

Bibliografía

http://galileo.rice.edu/fam/maria.html
http://origins.osu.edu/milestones/february-2016-400-years-ago-catholic-church-prohibited-copernicanism
https://www.recursosdeautoayuda.com/aportaciones-de-galileo-galilei/
http://www.filosofia.org/enc/ros/galileo.htm
https://en.wikipedia.org/wiki/Galileo_Galilei
http://www-history.mcs.st-andrews.ac.uk/HistTopics/Heliocentric.html#s5
http://www-history.mcs.st-andrews.ac.uk/Biographies/Galileo.html
https://www.britannica.com/biography/Galileo-Galilei#ref8439
Historia del Cristianismo, Paul Johnson, Vergara Editores.

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